
Este verano decidí probar algo nuevo en el jardín: plantar frijoles de carita (cow pea), una leguminosa muy parecida a los frijoles de ojo negro. Había leído sobre su resistencia y los beneficios que aportan al suelo, pero sinceramente, aprendí mucho más de lo que imaginaba en el proceso. Aquí comparto algunas lecciones de mi primera temporada cultivando estas plantas:
1. Los frijoles de carita aman el calor—más que yo
Mientras otras plantas se marchitaban bajo el sol abrasador de Florida, estos fríjoles prosperaban. No solo sobrevivieron los días ardientes, sino que florecieron.

2. Alimentan el suelo—y a nosotros también
Como leguminosas, los frijoles de carita ayudan a fijar nitrógeno en el suelo, enriqueciéndolo para lo que siembre después. También nos alimentaron: los nietos ayudaron a cosecharlos y probarlos. Los usé en un guiso de curry y también en ensaladas. Nada sabe mejor que lo que uno mismo cultiva.



3. No todo crecimiento es rápido
Comenzaron lentamente, pero una vez que las raíces se establecieron, crecieron rápido y llenaron el área con hojas verdes y sanas. Me recordaron que la paciencia da frutos—algunas cosas crecen profundas antes de crecer altas.
4. El jardín devuelve
Más allá de la comida y los beneficios para el suelo, las plantas de frijol de carita ofrecieron algo sencillo pero hermoso: flores delicadas que añadieron un toque de encanto al jardín.
Plantar estas habichuelitas/frijoles de carita ha sido una experiencia refrescante y gratificante. A veces, las mejores lecciones se encuentran en el jardín.

