
Ver a nuestro hijo correr en un circuito de autocross en su Miata ha sido una de las experiencias más gratificantes. Tiene una gran pasión por los carros, al igual que el de su papá y su abuelo, y desde muy temprano quedó claro que el automovilismo sería una parte importante de su vida.
Desde niño, pasaba horas en el garaje con su papá, trabajando en los carros y aprendiendo a mantenerlos impecables y arreglando cualquier problema que surge. A los 15 años, compró su primer auto, el Miata, y con solo un permiso de aprendizaje en mano, dio sus primeras vueltas en autocross. No solo estaba aprendiendo a conducir; estaba dominando el arte de la precisión y el control. Su Miata no era solo un medio de transporte, sino su proyecto. Cada modificación, cada ajuste, lo hizo por sí mismo, convirtiéndolo en un reflejo de su pasión y habilidad.
Como padres, hemos estado ahí en cada carrera bien temprano en la mañana, en cada cambio de gomas y en cada victoria, grande o pequeña. Su dedicación y entusiasmo nos recuerdan por qué amamos este deporte, y verlo forjar su propio camino en el mundo automotriz es algo que nos llena de orgullo.
Su trayectoria con los carros y en el autocross nos ha enseñado valiosas lecciones:
- La pasión impulsa el progreso – Cuando realmente amas algo, dedicas tiempo y esfuerzo para mejorar. Su compromiso con aprender cada aspecto de su carro y perfeccionar sus destrezas como conductor demuestra que la pasión impulsa el progreso.
- Los errores son parte del proceso – En el autocross, como en la vida, cometer errores es inevitable. Derribar un cono o calcular mal una curva son oportunidades para aprender y mejorar.
- El esfuerzo da frutos – No se limitó a comprar un carro y empezar a correr; sino que trabajó arduamente, modificándolo y ajustándolo él mismo. Ver los resultados de su esfuerzo es un recordatorio de que el éxito viene con la persistencia.
- El apoyo marca la diferencia – El respaldo de nuestra familia ha sido clave. Saber que alguien cree en ti te da la confianza para seguir adelante.
- Disfruta el viaje – Ya sea que obtenga su mejor récord o simplemente este divirtiéndose al volante, me recuerda que la verdadera alegría está en el camino, no solo en la meta.
Ver a nuestro hijo crecer a través de su pasión por los carros ha sido una gran bendición. Doy gracias a Dios por permitirnos ser testigos de su desarrollo, por protegerlo dentro y fuera de la pista/carretera, y por el lazo que este deporte ha fortalecido entre nosotros. Cada curva que toma, cada lección que aprende es un recordatorio de la gracia de Dios y del gozo que viene al hacer lo que a uno le gusta
